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La cocina de los pueblos además de ser arte y cultura, también transmiten la historia y marcan su identidad. Así es el sofrito boricua, que con su aroma y sabor diferencia un platillo puertorricense de otros. El bacalao es un elemento que también coloca su sello en la cocina boricua.
El sofrito marca culinaria de Puerto Rico y el bacalao en la dieta boricua
El sofrito marca culinaria de Puerto Rico y el bacalao en la dieta boricua

fórmula homogénea de una mezcla de culantro, ají dulce y picante provenientes de los taínos; el ajo y la cebolla de la cocina española; y el achiote, que hace que el sofrito se convierta en la huella de identidad culinaria de Puerto Rico.

También el bacalao se convirtió en un platillo perteneciente al arte culinario boricua, a pesar de ser importado a Puerto Rico de aguas gélidas y lejos del Caribe. A finales del siglo XVIII y principios del XIX, se empezó a importar cada vez más bacalao desde el mercado angloamericano.  Llegaba salado y curado, pero no por eso dejó de convertirse en la principal fuente de proteínas y formar parte de la dieta de la población.

Una de las razones por la cual el bacalao fue aceptado, fue por la facilidad para alimentar la población con escasos recursos y otra que podía consumirse en los días en los que la iglesia católica prohibía la ingesta de carnes.

El factor religioso fue determinante para la integración del bacalao en la dieta de los puertorriqueños, porque los pescados tropicales no se podían conservar y tenerlos disponibles para los días de abstinencia. Posteriormente, con la colonización estadounidense, la importación de bacalao se vio afectada por los cambios en políticas de importación.

Hoy en día el bacalao no escasea en los hogares puertorriqueños, donde se preparan las alboronías, un guiso de bacalao dentro de un majado de apio; ni en los quioscos donde nunca faltan los bacalaítos, buñuelos de bacalao muy ricos al paladar.